El orgasmo no es un complot de Occidente : Islam y sexo una relación de amor y odio
Los hombres mayores siempre han usado los regalos, el estatus y la influencia para comprar el acceso a mujeres jóvenes. Pero de alguna forma se ha llegado al punto en el que tener un espónsor se ha convertido en algo aceptado por muchos jóvenes, e incluso una elección de un estilo de vida glamuroso. El tamaño de la muestra era pequeño y el estudio no totalmente aleatorio, por lo que los resultados solo dan una indicación de una posible cifra y no se pueden tomar como definitivos. La estudiante Fuente de la imagen, Nyasha Kadandara Pie de foto, Jane dice que en sus relaciones también hay amistad e intimidad.
Manchas de sangre
Reuters Por Imane Rachidi. A las que parece que no lo son, frontal, y luego, a todas. La dicotomía se presenta entre la mujer virtuosa y virgen, que no plantea una amenaza al patriarcado, frente a una 'occidentalizada', es decir sexualmente permisiva, que supone una depravación moral. Algo que hay que cubrir con un evlo y tener bajo control estricto. El jeque marroquí Abdelbari Zemzemi es el rey de las fatuas sexuales. Eso nunca. El infierno de todos los días: así sufro a diario el acoso sexual en Marruecos Rebeca Hortigüela. A falta de leyes, la academia se encarga de establecer las reglas: un hombre y una mujer denial pueden pasar la noche juntos en un hotel egipcio ni marroquí a falta de un certificado de boda.
La sexualidad femenina como amenaza
Somayya había apostado por el amor y el apoyo de Ibrahim. Pero la noche de bodas fue su primera decepción. Su nuevo esposo, con impaciencia y sin darle ni un edad para recuperar el aliento, se dispuso a penetrarla tan pronto como pudo, alegando que su amor por ella justificaba su ímpetu, cuenta Somayya, de 23 años. Cualquier rastro de romanticismo terminó de desaparecer cuando la cara de él se transformó. Y si bien muchas mujeres sangran en cantidades variables tras la ruptura del virgo, de acuerdo con doctores y expertos, no es algo que ocurra en todos los casos. Al describir la reacción de su esposo, Somayya dice: Su mirada se me clavaba como una daga en el pecho. Me mató sin saberlo.